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¿Quién es el monstruo de los impuestos?

Escrito por Eduardo Sabatés marzo 15, 2016 7 Comentarios

Se ha vuelto costumbre hablar de impuestos e idear de forma mecánica a un monstruo de tres cabezas que parece insuperable. Esta idea genérica que tienen todos los que contemplan sus recibos de nómina y ven en ellos una considerable reducción, ha llegado a intimidar a un importante sector: los microempresarios y emprendedores del país, quienes consideran que la declaración de impuestos, la conversión a personas morales y el tan famoso “Fisco” son un temible monstruo gigante que los orilla a cuestionarse si la formalidad es un modo de mantener vivos sus proyectos o de enterrarlos.

Pues bien, descrito así suena aterrador. Mas no pretendo dar partida por nadie, mi postura es la de un emprendedor que le tocó sortear todas estas calamidades y procesos de reformas fiscales que me han hecho entender que el monstruo no son los impuestos en sí.

Me gustaría desmitificar la idea sobre que la actual reforma fiscal sólo perjudica a los empresarios, y sin entrar en temas políticos, deseo darle a este artículo un giro a favor de la innovación, disrupción y digitalización.

Como parte de la reforma, en 2014 surge el concepto de contabilidad electrónica, para ser aún más precisos, en el artículo 28, en la fracción IV del Código Fiscal de la Federación. Esta nueva ley estableció que los contribuyentes deberán presentar en formato XML el catálogo de cuentas, la balanza comprobación y las pólizas electrónicas de forma mensual en el portal del SAT.

¿Sólo un requerimiento más?, ¿un mecanismo para mantenernos cautivos? Si bien es cierto que no podremos escapar del ojo del “Fisco” también es cierto que la contabilidad electrónica es algo más que un proceso que estamos obligados a cumplir, es una cultura que poco a poco debemos adoptar. Siendo honestos es el primer paso para salir de esa contabilidad vetusta en la que estuvimos por mucho tiempo.

Posiblemente para las grandes empresas adquirir tecnología que les ayude con su contabilidad electrónica no sea un gran lío; sin embargo, para las Pymes de este país aún existe un rezago tecnológico considerable que hará que esta evolución no sea tan pronta.

Muchas MiPymes no cuentan con la experiencia contable suficiente y otras tantas no tienen aún la seguridad de soltar sus finanzas. Los dueños prefieren ser quienes gestionen los pagos y lleven el control de gastos, aunque esto sea una mala práctica. Sólo para darnos una idea, se estima que las medianas empresas gastan en torno al 20% de su tiempo en contabilidad.

Aún encontramos en las oficinas ese atavismo insano de utilizar grandes carpetas para almacenar los libros de contabilidad, las enormes calculadoras y las reglas en los escritorios para cortar los tickets. Aún vemos en los puestos a los capturistas mas no a los contadores estrategas.

La contabilidad electrónica es la oportunidad de automatizar los procesos, de crear una visión estratégica para la administración inteligente de los recursos, de saber puntualmente cuánto vamos a pagar de impuestos, cuánto IVA facturamos, cuánto trasladamos, cuánto retuvimos, saber exactamente lo que debemos pagar el próximo mes de impuestos y asegurarnos que todo lo que tenemos en la balanza cuadre con nuestra contabilidad.

Llevar la contabilidad a un proceso digital no sólo evitará los líos con la ley, también nos ayudará a tener un negocio mucho más transparente que permitirá llevar en orden las cuentas. Nos dejará medir claramente la rentabilidad y las estrategias, ayudará a reducir costos, detectar gastos subrepticios y sobre todo a resguardar la información.

Las empresas deben evolucionar y hacer de la tecnología una aliada. Es imperante que migremos las viejas prácticas a la digitalización. Muchas MiPymes siguen utilizando Excel para sus procesos de facturación y esta eterna captura convierte los libros en un monstruo inmanejable.

¿Entonces el monstruo son los impuestos o la poco eficiente gestión de nuestra contabilidad? Si bien somos un país que paga una fuerte cantidad de impuestos, conforme hagamos más transparentes nuestras declaraciones, más preparados estaremos para exigir como empresarios y ciudadanos.

No podemos cambiar las leyes, pero sí la cultura que actualmente aplicamos a nuestra contabilidad.

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