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Liderazgo

ArtículoBlogDISRUPCIÓN E INNOVACIÓN

Ser papá es el mejor proyecto de emprendimiento

Escrito por Eduardo Sabatés junio 20, 2017 0 comentarios

En esta ocasión escribo no sólo como emprendedor, también como papá e hijo a la vez, reflexionando la similitud que tiene un proyecto de emprendimiento con el ser padre, si quieres entender esto, voltea a verlo.

Toma en cuenta que, con su esfuerzo y habilidades, busca darte lo mejor a ti y tu familia, aunque muchas veces no sabe a qué se enfrentará, no obstante, siempre tiene claro lo que desea conseguir, porque se conoce y está convencido de ello.

Hablando desde el punto de vista de educación, un padre siempre imagina y se ilusiona con el futuro de sus hijos: sueña que sean futbolistas, maestros, ingenieros, psicólogos e incluso empresarios.

Si relacionas un proyecto emprendedor con todo lo que hace un padre, te darás cuenta que tienen demasiado en común: el padre tiene situaciones adversas, ya que puede encontrarse que sus hijos, tal vez por alguna distracción, tengan malas calificaciones o no estudien, por tanto, él tiene que influir para que esto no ocurra, para que las cosas sucedan como visualiza y enseñarles que deben aprender constantemente.

Asimismo, puede enterarse que a su hija la molestan sus compañeras; en este caso, lo que el padre puede hacer es orientarla para que se defienda de forma razonable.

El padre nunca tiene situaciones iguales con sus hijos, porque puede encontrar circunstancias de mucha alegría, como es verlos jugar; o casos de tristeza y preocupación cuando uno de ellos se golpea y tiene que llevarlo al médico.

Un padre, al igual que tú, emprendedor, debe tener muy claro hasta dónde puede llegar, tiene que contemplar que debe poseer cierto liderazgo, liderazgo que llamo Testimonial de vida, que es la manera de educar bajo el ejemplo. Por tanto, el padre tiene que aprender a ser un líder, un ejemplo para su hijo y no un jefe que sólo le imponga reglas.

Sin embargo, si lo que el padre le dice a sus hijos no es congruente, está dando una mala señal, y pasa lo mismo con tu proyecto emprendedor: la adversidad y las situaciones cambiantes son constantes, ya que habrá momentos que tendrás que ser chofer, psicólogo, médico y deportista, entre otras actividades… Un padre hace de todo y se debe involucrar completamente en sus actividades, al igual que un emprendedor.

Hay ocasiones en las que un padre tiene que dejar a que sus hijos sufran ciertas situaciones y vivencias para que valoren lo que poseen y analicen lo que anhelan. En este sentido, les está enseñando que de los errores también se puede aprender.

No hay circunstancia más satisfactoria al momento de emprender que lograr una venta; y como padre, no hay proyecto más grande que ver a nuestros hijos sonreír, captar cuando anotan gol en un partido de futbol, presenciar el éxito de tu hija en una obra de teatro, observar que son personas de bien, autosuficientes, que le encuentran sentido a su vida, que luchan con entusiasmo para alcanzar lo que les apasiona… ¡Que están realizados!

Otro gran y extraordinario emprendimiento del padre es su vida en pareja, vida que desde hace tiempo va forjando con su amada con el objetivo de crear un núcleo que se llame familia. Quiero recalcar que en este aspecto, más allá del amor que se tengan, deben trabajar día a día, tomando en cuenta que una relación se alimenta de comunicación, respeto, escuchando, sonriendo y, algo que es muy importante, amando.

Claro, también hay fracasos: como emprendedor, los resultados poco deseados pueden presentarse cuando no concretas una venta, o cuando el mercado no está aceptando tu producto o servicio. Y como padre, los resultados no anhelados pueden suscitarse cuando uno de tus hijos reprueba una materia, por mencionar un caso.

De igual forma, el padre y el emprendedor se enfrentan a situaciones adversas: por un lado, si el progenitor ve que su hijo se encuentra en problemas, hará lo que sea por defenderlo. Por otra parte, si el emprendedor percibe que su idea de negocio no está generando ingresos, la mejorará para revertir esa situación.

Pregúntale a tu padre qué realizó para sacarte adelante, pide que te platique su sensación al enterarse que tu madre estaba embarazada de ti, las emociones que explayó al verte nacer.

Charla con él y conoce su experiencia al verte dar tus primeros pasos, al mirar que te enfermabas por primera vez. Conoce todos los esfuerzos que realizó para que pudieras tener la educación que en este momento tienes y gozas.

La búsqueda de cambios, descubrimiento de nuevas cosas, disponibilidad a cualquier actividad y aprendizaje continuo, son algunos factores que, en mi experiencia, realizó tu padre, rasgos que también debes adquirir para convertir tu idea en negocio.

Así como tu papá, lucha constantemente con la adversidad, ponte metas y fechas reales, busca los cambios una y otra vez, aprende de los resultados poco deseados, transforma tu persona y ¡desarrolla tus habilidades emprendedoras!

¡Muchas felicidades a todos los papás! Espero que esta entrada te sirva como inspiración para que medites la congruencia que hay entre lo que decimos y hacemos, lo analices y lleves esas conclusiones a tu proyecto emprendedor.

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ArtículoSTART UP Y EMPRENDIMIENTO

Camino hacia el fracaso

Escrito por Eduardo Sabatés marzo 15, 2016 10 Comentarios

¿Cuántas veces al día pensamos en el éxito? Muchos suponen que tener trabajos estresantes y con cientos de juntas es el camino para alcanzarlo. Me queda claro que mientras el éxito representa significados distintos para cada persona, el concepto del fracaso es universal.

He sido empresario, innovador, pero también soy un soñador, y durante mi trayectoria me he enfrentado a dos mundos: el de los mercados competidos, de las grandes marcas, con las que se llega a pensar que es imposible contender, y el mundo emprendedor, aquel en el que se piensa que plasmar ideas en papel puede marcar un importante cambio.

Todo esta historia en mi vida me ha permitido concluir 5 pasos que abren el camino hacia el fracaso.

1. El éxito significa dinero… “sin dinero no hay éxito”: 

Comencé mi vida profesional tratando de simplificar los procesos de la compañía de mi padre, créanme la paga no era exorbitante, pero era el inicio para generar un cambio puntual que después se transformaría en la empresa que hoy dirijo.

Tristemente creemos que el éxito es obtener beneficios económicos aunque eso implique trabajos estresantes y sacrificados. Debemos ser sinceros y cuestionarnos qué nos apasiona realmente y cuánto estamos dispuestos a dar para conseguir lo que deseamos.

El éxito tanto profesional como personal está inmerso en nuestras emociones y deriva de nuestras acciones. Si haces lo que te apasiona, dedicar largas jornadas a ello no será un sacrificio; cuidar los detalles en todo lo que haces y ofrecer la mejor experiencia a clientes, socios, colegas y empleados no será una obligación, sino consecuencia natural del placer que obtienes al realizar tu trabajo.

2. No fijarnos metas y fechas:

Solemos pensar en grande, ello implica pensar en todo: presupuestos, inversiones, planeación, proyectos, futuros socios; queremos abarcar tanto que no ponemos fechas para las cosas simples.

Tenemos metas generales, por ejemplo “ser la mejor empresa de software”, pero nos olvidamos de la meta principal: ¿para qué queremos serlo?, ¿qué vamos a cambiar? Tal vez decir que queremos cambiar el mundo de la tecnología suene ambicioso, pero encontremos qué hay colateralmente en esa respuesta, qué hay detrás de cambiar ese mundo ¿más fuentes de empleo?, ¿contribuir con una economía competitiva?, puede haber muchas respuestas.

No está prohibido tener sueños, alcanzarlos es sin duda el mejor motivador, lo prohibido es no ponerles una fecha de caducidad. Plantear objetivos a corto, mediano y largo plazo, debe ser parte de nuestro plan de vida y de negocio, sólo así conseguiremos hacerlos medibles y alcanzables.

Pareciera el texto de una clase de metodología, pero créanme lo que parece más evidente es lo que suelen perder de vista quienes deciden emprender. Estamos llenos de energía, tratamos de no intoxicarnos con temas económicos o administrativos; nos sentimos tan llenos de ideas que se nos olvida fijarnos metas medibles y alcanzables.

3. Confundir el talento con habilidad:

Un error común es confundir al talento con la habilidad. Se dice que el talento es algo con lo que se nace. Es esa inteligencia, aptitud, capacidad para desempeñar alguna actividad, mientras que la habilidad es destreza y para dominarla se debe practicar constantemente.

El problema radica en hacer de esta confusión una mala práctica y confiar en exceso en el talento que tenemos sin practicar nuestras habilidades. Para lograr lo que nos hemos propuesto debemos tener determinación y horas de dedicación a ese propósito sin confiarnos en nuestro talento.

Debemos estar conscientes que ningún emprendedor tiene la verdad absoluta, que en ese mismo momento hay millones de emprendedores más tratando de hacer mejor lo que nosotros estamos creando, debemos aceptar que siempre necesitaremos del mercado, del conocimiento de las grandes empresas, así sea para aprender de sus errores, pero sobre todo de sus aciertos. Debemos aceptar que no estamos reinventando algo que ya existe, pero sí podemos contribuir a hacerlo más resistente y a que tenga diferentes usos.

 El talento es disciplina y las buenas ideas no van a surgir si no estamos dispuestos a mirar nuestro ecosistema, si no estamos abiertos a la diversidad y si no somos capaces de aceptar que debemos practicar todos los días.

4. Culpar al entorno:

Un error generalizado es culpar al entorno de nuestra falta de éxito, culpar a las crisis económicas, a la falta de oportunidades, al país, a la competencia, la falta de recursos, entre un sinfín de agentes ajenos a nosotros ¿la realidad? Todas estas ideas son mentira y son verdad en la medida en que nosotros decidamos que lo sean. Estos factores externos son grandes oportunidades para mejorar o para esforzarnos más.

Si permitimos que estas excusas irrumpan nuestro camino al éxito, lo harán. El recurso más importante para tener éxito está en nuestra cabeza: nuestras ideas, nuestras metas y nuestros sueños.

Ustedes pensarán “¿y quién me dará el dinero para empezar la producción de mi gran invento?” Sencillo, nadie lo hará; cuando decides salir del común denominador estás expuesto a no tener salarios fijos, horarios establecidos ni personas a tu alrededor que te dicten el camino.

Para lograr el capital que necesitas deberás dedicar mínimo un año a investigar y conocer el mundo al que te vas a enfrentar, si no has destinado ese tiempo no te pares en la puerta de las fondeadoras para que patrocinen tu invención, créeme tendrás bajas probabilidades.

Investigar, dedicar tiempo a la observación microscópica no amerita una inversión económica, pero sí tu tiempo, sí disciplina, sí una cultura de organización, sí necesita método. Sólo tú eres el responsable de llevarla a cabo, no tener estas herramientas no es culpa del eterno.

Durante mi trayectoria me he enfrentado a críticas positivas, negativas y hasta cuestionables. “¿realmente esta persona es la indicada para juzgar mi trabajo?” después comprendí que ser cuestionado fue una de las mejores  cosas que pudo pasarme. Estar expuesto tiene sus ventajas y puede culminar con un aporte muy valioso si sabemos darle un enfoque positivo y pro de mejorar nuestro negocio.

Si por momentos las cosas no suceden como pensabas no olvides que el fracaso es lo mejor que te puede pasar. Finalmente quiero que te cuestiones lo siguiente si es que ya te has decidido a emprender: ¿Por qué las grandes empresas, el gobierno, las incubadoras de negocio y en sí todo el mundo apuestan tanto por la gente con buenas ideas? La respuesta es sencilla: porque no se pueden producir en serie

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