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¿Quién es mi principal amenaza: la competencia o el avance de la tecnología?

Escrito por Eduardo Sabatés mayo 30, 2016 6 Comentarios

Para muchos empresarios las amenazas que podrían hacer decrecer su negocio están dentro de sus propias organizaciones y no en la competencia como algunos piensan. La falta de entendimiento tecnológico y su función en el mercado son los antagónicos más peligrosos para las empresas.

He escuchado a más de un empresario decir que el avance de la tecnología no va alcanzar a su negocio, ya que su mercado está acostumbrado a trabajar con los productos y servicios que ya tienen establecidos por muchos años, que no les pasará nada si no evolucionan. Créanme no existe algo más peligroso que una empresa que subestima a sus clientes y al entorno.

Vivimos en el mundo de la competencia, donde seguramente ya hay cien -start ups- más trabajando, experimentando y viviendo  distintas propuestas de productos y servicios que su mercado podría percibirlos mucho mejor a  lo que ya  están haciendo, la única solución es ser cada vez más selectivos, segmentar muy bien a nuestro mercado y hacer de la tecnología un valor agregado y no un déficit.

Como empresarios tenemos dos caminos con respecto a la tecnología: ignorarla, desconocerla y subestimarla, o reconocerla, estudiarla y utilizarla.

Si nos vamos por el primer camino, entonces, nosotros mismos estamos permitiendo que surjan nuevos competidores y estamos imposibilitando la creación de nuevas formas de negocio en nuestra empresa y limitando la capacidad de innovación que nuestro personal puede descubrir.

La tecnología no sólo solventa necesidades o ayuda a optimizar procesos, también es el camino para generar nuevas propuestas de valor, actuales y mucho más eficientes que se pueden convertir en grandes modelos de negocio.

Ahora, la tecnología no sólo hay que  adoptarla, también hay que estudiarla y entenderla y de esta manera descubrir cómo puede impactar y funcionar en nuestra cultura. Integrarla no es una decisión azarosa; la incorporación de diversas tecnologías requiere de una planeación, pero sobre todo necesita que inspire objetivos desafiantes y alcanzables. 

Si hay estrategia y objetivos desafiantes la adopción de tecnología será una inversión inspiradora que vislumbre claramente desarrollo y progreso en el futuro de la organización, de lo contrario será percibida como un simple gasto, en ese momento es cuando se puede decir que su incorporación no modifica en nada la forma de trabajo.

Todos los días leemos artículos sobre las famosas empresas que han creado modelos de negocio disruptivos, nos ponen como ejemplo a los grandes como Google, Facebook, Netflix, entre otros; no pretendo quitarle mérito a nadie, pero dejemos de sorprendernos con la tecnología, dejemos de ser anecdóticos con respecto a cómo vivíamos nuestro mundo sin los avances de la tecnología, más bien tomemos a la tecnología como un protagonista propio de nuestro negocio sin importar su giro y sin importar  la edad que tengamos y analicemos cómo nos va a contribuir.

El mundo de la tecnología no dejará de innovar, cada vez serán más las empresas con modelos de negocios disruptivos,  las pequeñas organizaciones que con tres o cuatro colaboradores y una gran estrategia apoyada de la tecnología lleguen a ser los grandes referentes del entorno empresarial. Dejemos de pensar que crear nuevos modelos de negocio es imposible.

Seguramente se están preguntando y cómo, ¿cómo logramos eso? Hagamos de la innovación una cultura, pero con todo lo que ella implica.

Investiguemos, dediquemos un equipo de trabajo a la investigación, en todos los sentidos: nuestro negocio, nuestros clientes, nuestra cultura y por supuesto nuestro producto.  Este equipo de trabajo puede realizar la investigación paralelamente con los que son responsables de operar el negocio. Desechemos la idea de que quienes operan el negocio también son responsables de innovar. Tratar de ahorrar y dejar esa responsabilidad a quienes operan,  refleja la falta de visión de quienes lideran el negocio ya que no abren la puerta a investigar nuevas propuestas.

Estemos conscientes que la investigación, bien realizada, es una inversión a mediano y largo plazo, quitémonos de la mente que al adoptar tecnología el retorno de inversión será inmediato. Muchos empresarios creen que innovar es comprar un software o hardware y que después de instalarlo habrá un incremento notorio en algo: productividad, ahorro, etc.

Debemos estudiar nuestro negocio, entender nuestro mercado y hacer de la investigación parte de las actividades cotidianas de la empresa. La única amenaza somos nosotros mismos que pensamos que si en estos años no hemos necesitado de la tecnología tampoco la necesitaremos en un futuro.

Dejemos de pensar en la inmediatez, no hagamos adquisiciones por impulso, estudiemos la tecnología que hoy circula en nuestro mercado e inventemos metodologías de adopción pensadas en nuestro negocio.

 

 

 

 

 

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ArtículoSTART UP Y EMPRENDIMIENTO

Camino hacia el fracaso

Escrito por Eduardo Sabatés marzo 15, 2016 10 Comentarios

¿Cuántas veces al día pensamos en el éxito? Muchos suponen que tener trabajos estresantes y con cientos de juntas es el camino para alcanzarlo. Me queda claro que mientras el éxito representa significados distintos para cada persona, el concepto del fracaso es universal.

He sido empresario, innovador, pero también soy un soñador, y durante mi trayectoria me he enfrentado a dos mundos: el de los mercados competidos, de las grandes marcas, con las que se llega a pensar que es imposible contender, y el mundo emprendedor, aquel en el que se piensa que plasmar ideas en papel puede marcar un importante cambio.

Todo esta historia en mi vida me ha permitido concluir 5 pasos que abren el camino hacia el fracaso.

1. El éxito significa dinero… “sin dinero no hay éxito”: 

Comencé mi vida profesional tratando de simplificar los procesos de la compañía de mi padre, créanme la paga no era exorbitante, pero era el inicio para generar un cambio puntual que después se transformaría en la empresa que hoy dirijo.

Tristemente creemos que el éxito es obtener beneficios económicos aunque eso implique trabajos estresantes y sacrificados. Debemos ser sinceros y cuestionarnos qué nos apasiona realmente y cuánto estamos dispuestos a dar para conseguir lo que deseamos.

El éxito tanto profesional como personal está inmerso en nuestras emociones y deriva de nuestras acciones. Si haces lo que te apasiona, dedicar largas jornadas a ello no será un sacrificio; cuidar los detalles en todo lo que haces y ofrecer la mejor experiencia a clientes, socios, colegas y empleados no será una obligación, sino consecuencia natural del placer que obtienes al realizar tu trabajo.

2. No fijarnos metas y fechas:

Solemos pensar en grande, ello implica pensar en todo: presupuestos, inversiones, planeación, proyectos, futuros socios; queremos abarcar tanto que no ponemos fechas para las cosas simples.

Tenemos metas generales, por ejemplo “ser la mejor empresa de software”, pero nos olvidamos de la meta principal: ¿para qué queremos serlo?, ¿qué vamos a cambiar? Tal vez decir que queremos cambiar el mundo de la tecnología suene ambicioso, pero encontremos qué hay colateralmente en esa respuesta, qué hay detrás de cambiar ese mundo ¿más fuentes de empleo?, ¿contribuir con una economía competitiva?, puede haber muchas respuestas.

No está prohibido tener sueños, alcanzarlos es sin duda el mejor motivador, lo prohibido es no ponerles una fecha de caducidad. Plantear objetivos a corto, mediano y largo plazo, debe ser parte de nuestro plan de vida y de negocio, sólo así conseguiremos hacerlos medibles y alcanzables.

Pareciera el texto de una clase de metodología, pero créanme lo que parece más evidente es lo que suelen perder de vista quienes deciden emprender. Estamos llenos de energía, tratamos de no intoxicarnos con temas económicos o administrativos; nos sentimos tan llenos de ideas que se nos olvida fijarnos metas medibles y alcanzables.

3. Confundir el talento con habilidad:

Un error común es confundir al talento con la habilidad. Se dice que el talento es algo con lo que se nace. Es esa inteligencia, aptitud, capacidad para desempeñar alguna actividad, mientras que la habilidad es destreza y para dominarla se debe practicar constantemente.

El problema radica en hacer de esta confusión una mala práctica y confiar en exceso en el talento que tenemos sin practicar nuestras habilidades. Para lograr lo que nos hemos propuesto debemos tener determinación y horas de dedicación a ese propósito sin confiarnos en nuestro talento.

Debemos estar conscientes que ningún emprendedor tiene la verdad absoluta, que en ese mismo momento hay millones de emprendedores más tratando de hacer mejor lo que nosotros estamos creando, debemos aceptar que siempre necesitaremos del mercado, del conocimiento de las grandes empresas, así sea para aprender de sus errores, pero sobre todo de sus aciertos. Debemos aceptar que no estamos reinventando algo que ya existe, pero sí podemos contribuir a hacerlo más resistente y a que tenga diferentes usos.

 El talento es disciplina y las buenas ideas no van a surgir si no estamos dispuestos a mirar nuestro ecosistema, si no estamos abiertos a la diversidad y si no somos capaces de aceptar que debemos practicar todos los días.

4. Culpar al entorno:

Un error generalizado es culpar al entorno de nuestra falta de éxito, culpar a las crisis económicas, a la falta de oportunidades, al país, a la competencia, la falta de recursos, entre un sinfín de agentes ajenos a nosotros ¿la realidad? Todas estas ideas son mentira y son verdad en la medida en que nosotros decidamos que lo sean. Estos factores externos son grandes oportunidades para mejorar o para esforzarnos más.

Si permitimos que estas excusas irrumpan nuestro camino al éxito, lo harán. El recurso más importante para tener éxito está en nuestra cabeza: nuestras ideas, nuestras metas y nuestros sueños.

Ustedes pensarán “¿y quién me dará el dinero para empezar la producción de mi gran invento?” Sencillo, nadie lo hará; cuando decides salir del común denominador estás expuesto a no tener salarios fijos, horarios establecidos ni personas a tu alrededor que te dicten el camino.

Para lograr el capital que necesitas deberás dedicar mínimo un año a investigar y conocer el mundo al que te vas a enfrentar, si no has destinado ese tiempo no te pares en la puerta de las fondeadoras para que patrocinen tu invención, créeme tendrás bajas probabilidades.

Investigar, dedicar tiempo a la observación microscópica no amerita una inversión económica, pero sí tu tiempo, sí disciplina, sí una cultura de organización, sí necesita método. Sólo tú eres el responsable de llevarla a cabo, no tener estas herramientas no es culpa del eterno.

Durante mi trayectoria me he enfrentado a críticas positivas, negativas y hasta cuestionables. “¿realmente esta persona es la indicada para juzgar mi trabajo?” después comprendí que ser cuestionado fue una de las mejores  cosas que pudo pasarme. Estar expuesto tiene sus ventajas y puede culminar con un aporte muy valioso si sabemos darle un enfoque positivo y pro de mejorar nuestro negocio.

Si por momentos las cosas no suceden como pensabas no olvides que el fracaso es lo mejor que te puede pasar. Finalmente quiero que te cuestiones lo siguiente si es que ya te has decidido a emprender: ¿Por qué las grandes empresas, el gobierno, las incubadoras de negocio y en sí todo el mundo apuestan tanto por la gente con buenas ideas? La respuesta es sencilla: porque no se pueden producir en serie

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